ORANDO EN CADENA

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31.10.10

ORACIONES PARA LOS QUE YA NO ESTÁN EN LA TIERRA PARA LOS RECIÉN FALLECIDOS

Dios Todopoderoso, que
vuestra misericordia se extienda sobre el alma de N...
que acabáis de llamar a vos. ¡Qué la pruebas que ha
sufrido en esta vida le sean tomadas en cuenta y
nuestras oraciones puedan aliviar y abreviar las penas
que tenga aún que sufrir como Espíritu!
Buenos Espíritus que habéis venido a recibirle
y sobre todo vos, su ángel de la guarda, asistidle para
ayudarle a despojarse de la materia; dadle la luz y la
conciencia de sí mismo con el fin de sacarle de la
turbación que acompaña al tránsito de la vida corporal
a la vida espiritual. Inspiradle el arrepentimiento de las
faltas que haya cometido y el deseo de que le sea
permitido el repararlas para activar su adelantamiento
hacia la vida de eterna felicidad.
N..., acabas de entrar en el mundo de los
Espíritus, y sin embargo, estás aquí presente entre
nosotros; nos ves y nos escuchas, porque no hay más
diferencia entre tú y nosotros que el cuerpo perecedero
que acabas de dejar y que muy pronto será reducido a
polvo.
Dejaste el grosero envoltorio sujeto a las
vicisitudes y a la muerte y sólo conservas la envoltura
etérea, imperecedera e inaccesible a los sufrimientos.
Si no vives ya por el cuerpo, vives la vida de los
Espíritus y esta vida está exenta de las miserias que
afligen a la Humanidad.
Ya no tienes el velo que oculta a nuestros ojos
los resplandores de la vida futura; de hoy en adelante
podéis contemplar nuevas maravillas, mientras que
nosotros estamos aún sumergidos en las tinieblas.
Vas a recorrer el espacio y visitar los mundos
con toda libertad, mientras que nosotros nos
arrastramos penosamente sobre la Tierra, en la que nos
retiene nuestro cuerpo material, semejante para
nosotros a una carga muy pesada.
El horizonte del infinito va a desarrollarse ante
ti y en presencia de tanta grandeza comprenderás la
vanidad de nuestros deseos terrestres, de nuestras
ambiciones mundanas y de nuestros goces fútiles de
que los hombres hacen sus delicias.
La muerte sólo es, entre los hombres, una
separación material de algunos instantes. Desde el lugar
del exilio en donde nos retiene aún la voluntad de Dios,
así como los deberes que tenemos que cumplir en este
mundo, nosotros te seguiremos con el pensamiento
hasta el momento en que se nos permita reunirnos
contigo, así como tú te has reunido con los que te
precedieron.
Si nosotros no podemos ir a tu lado, tú puedes
venir al nuestro. Ven, pues, entre los que te aman y que
has amado; sosténles en las pruebas de la vida, vela
por los que te son queridos, protégeles según tu poder
y calma sus pesares con el pensamiento de que eres
más feliz ahora y con la consoladora certeza de estar
reunidos un día en un mundo mejor.
En el mundo en que estás deben extinguirse
todos los resentimientos terrestres. ¡Qué de hoy en
adelante, seas inaccesible a ellos para tu felicidad
futura! Perdona, pues, a los que han procedido mal
contigo, como te perdonan aquellos con los que has
procedido mal.


(Otra). Señor Todopoderoso, que vuestra
misericordia se extienda sobre nuestros hermanos que
acaban de dejar la Tierra. Que vuestra luz resplandezca
a sus ojos. Apartadlos de las tinieblas; abrid sus ojos y
sus oídos. Que los buenos Espíritus les envuelvan y
les hagan oír las palabras de paz y esperanza.
Señor, por indignos que seamos, nos atrevemos
a implorar vuestra misericordiosa indulgencia a favor
de aquél de nuestros hermanos que acaba de ser
llamado del exilio; haced que su regreso sea el del hijo
pródigo. Olvidad, Dios mío, las faltas que ha podido
cometer, para acordarnos del bien que hizo. Vuestra
justicia es inmutable, lo sabemos, pero vuestro amor
es inmenso; os suplicamos suavizar vuestra justicia
por esa fuente de bondad que mana de vos.
Que la luz se haga para ti, hermano mío, que
acabas de dejar la Tierra. Que los buenos Espíritus del
Señor desciendan hacia ti, te envuelvan y te ayuden a
sacudir tus cadenas terrestres. Comprende y mira la
grandeza de Nuestro Señor; sométete sin murmurar a
su justicia, pero no desesperes jamás de su misericordia.
¡Hermano! Que un serio retorno a tu pasado te abra las
puertas del porvenir haciéndote comprender las faltas
que dejas detrás de ti y el trabajo que te queda para
repararlas. Que Dios te perdone y que sus buenos
Espíritus te sostengan y te animen. Tus hermanos de
la Tierra orarán por ti y te piden que ores por ellos.(1)

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